Vivamos unos con otros la bondad del Señor
San Gregorio Nacianceno
Sermón sobre el amor a los pobres 14,23-25
Reconoce de dónde te viene que existas, que tengas vida,
inteligencia y sabiduría, y, lo que está por encima de todo, que conozcas a
Dios, tengas la esperanza del reino de los cielos y aguardes la contemplación
de la gloria (ahora, por cierto, de forma enigmática y como en un espejo; pero
después de manera más plena y pura); reconoce de dónde te viene que seas hijo
de Dios, coheredero de Cristo, y, dicho con toda audacia, que seas, incluso,
convertido en Dios. ¿De dónde y por obra de quién te vienen todas estas cosas?
Limitándonos a hallar en las realidades pequeñas que se
hallan al alcance de nuestros ojos, ¿de quién procede el don y el beneficio de
que puedas contemplar la belleza del cielo, el curso del sol, la órbita de la
luna, la muchedumbre de los astros, y la armonía y el orden que resuenan en
todas estas cosas, como en una lira?
¿Quién te ha dado las lluvias, la agricultura, los alimento,
las artes, las casas, las leyes, la sociedad, una vida grata y a nivel humano,
así como la amistad y familiaridad con aquellos con quienes te une un verdadero
parentesco?
¿A qué se debe que puedas disponer de los animales, en parte
como animales domésticos y en parte como alimentos?
¿Quién te ha constituido dueño y señor de todas las cosas que
hay en la tierra?
¿Quién ha otorgado al hombre, para no hablar de cada cosa una
por una, todo aquello que le hace estar por encima de los demás seres
vivientes?
¿Acaso no ha sido Dios, el mismo que ahora te solicita tu
benignidad, por encima de todas las cosas y en lugar de todas ellas? ¿No
habríamos de avergonzarnos, nosotros, que tantos y tan grandes beneficios hemos
recibido o esperamos de él, si ni siquiera le pagáramos con esto, con nuestra
benignidad? Y si él, que es Dios y Señor, no tiene a menos llamarse nuestro
Padre, ¿vamos nosotros a renegar de nuestros hermanos?
No consintamos, hermanos y amigos míos, en administrar de
mala manera lo que por don divino se nos ha concedido, para que no tengamos que
escuchar aquellas palabras: Avergonzaos, vosotros, que retenéis lo ajeno,
proponeos la imitación de la equidad de Dios, y nadie será pobre.
No nos dediquemos a acumular y guardar dinero, mientras otros
tienen que luchar en medio de la pobreza, para no merecer el ataque acerbo y
amenazador de las palabras del profeta Amós: Escuchad, los que decís: «¿Cuándo
pasará la luna nueva para vender el trigo, y el sábado para ofrecer el grano?»
Imitemos aquella suprema y primordial ley de Dios, que hace
llover sobre los justos y los pecadores, y hace salir igualmente el sol para
todos; al mismo tiempo que pone la tierra, las fuentes, los ríos y los bosques
a disposición de todos sus habitantes; el aire se lo entrega a las aves, y las
aguas del mar a los peces, y a todos ellos los subsidios para su existencia con
toda abundancia, sin que haya autoridad de nadie que los detenga, ni ley que
los circunscriba, ni fronteras que los separen; se lo entregó todo en común,
con amplitud y abundancia, y sin deficiencia alguna. Así enaltece la uniforme
dignidad de la naturaleza con la igualdad de sus dones, y pone de manifiesto
las riquezas de su benignidad.
R/. Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis
de beber, fui forastero y me hospedasteis. Os aseguro que cada vez que lo
hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
V/. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo
os he amado.
R/. Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de
éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
Oremos:
Oh Dios, que elegiste a tu obispo san Patricio para que
anunciara tu gloria a los pueblos de Irlanda, concede, por su intercesión y sus
méritos, a cuantos se glorían llamarse cristianos, la gracia de proclamar
siempre tus maravillas delante de los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos.
Amén.
†
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. Bendigamos al Señor.
R/. Demos gracias a Dios
B TC AP S3 OL L. Patrística
San Patricio, obispo, conmemoración
Nacido en Gran Bretaña hacia el 385, muy joven fue llevado
cautivo a Irlanda, y obligado a guardar ovejas. Recobrada la libertad, abrazó
el estado clerical y fue consagrado obispo de Irlanda, desplegando
extraordinarias dotes de evangelizador, y convirtiendo a la fe a numerosas gentes,
entre las que organizó la Iglesia. Murió el año 461, en Down, llamado en su
honor Downpatrik (Irlanda).